viernes, 16 de octubre de 2009

Coplillas del Cortijo del Jarro.


Como raíles del tren
van tu corazón y el mío
siempre a la vera del otro
to seguío, to seguío,
como raíles del tren
van tu corazón y el mío.

***

Yo te llevaré al cortijo
sobre mi jaca ligera,
yo te llevaré al cortijo
por sentir la primavera
pegaíta al cuerpo mío
sobre mi jaca ligera.

***

Si yo tuviera dinero
en la tierra de Almería
si yo tuviera dinero
un cortijo compraría
cerca del pueblo de Sierro
en la tierra de Almería.

***

La noche se quedó muerta
en tus ojitos serranos,
la noche se quedó muerta
y se durmió entre tus manos
la fragancia de la huerta
y el olor de los manzanos.

***

Cortijera, cortijera
!Ay qué penita me ha dao!
cortijera, cortijera,
verte pasar a mi lao
y no mirarme siquiera,
¡Ay qué penita me ha dao!


Estas coplillas las escribí sobre una servilleta de papel en mi último viaje a Sierro, pueblo de mi padre y abuelos, para que las cantasen mi tío Pepe y sus amigotes en el cortijo del Jarro, donde se reunían todos los años una semana para comer, beber y cantar.



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miércoles, 14 de octubre de 2009

Gure aita.(Canción).


Gure aita.

Los prados del caserío
se están pareciendo al mar
y la yerba está llorando
porque se ha ido nuestro aita.

¡Qué solos están los campos,
qué negro está el robledal,
qué desconsuelo en tus hijos,
qué silencio en el hogar!

Tus amigos han venido
pero nadie puede hablar,
los hombres de nuestra tierra
rezan mejor al cantar.

Los prados del caserío
se están pareciendo al mar
y la yerba está llorando
porque se ha ido nuestro aita.

El viaje que has comenzado
ya no se puede evitar,
aún estás aquí dormido
y ya empezaste a viajar.

Ya se han ido tus amigos,
el sol se acuesta en el mar
¡cómo tiemblan los enebros
de muerte y de soledad!

Aita, no te vayas nunca,
aita, deja de viajar,
aita,que en el caserío
los prados se vuelven mar.




Baserriko.

Baserriko landa ederrek
dute itsaso antza,
belarra zotinka dago
joan baitzaigu gure aita.

Zein bakar dauden zelaiak,
zein beltz haitzondoak,
semeak zein goibel dauden
baita etxe ta basoak.

Etorri dira lagunak,
baina ez dira mintzatzen,
gure gizonak kantatuz
hobe dute errezatzen.

Baserriko landa ederrek
dute itsaso antza,
belarra zotinka dago
joan baitzaigu gure aita.

Hasi duzun ibilera
ezin daiteke aparta,
oraindik hemen lo zaude
ta ibilera hasi baita.

Zure lagunak joan dira,
eguzkia hiltzen doa,
zein ixil ta bakar dauden
ipuru ta lizarra.

Aita, ez zaitez inoiz joan,
aita, laga ibiltzeak,
itsaso itzultzen bait dira
baserriko zelaiak.




Esta es mi letrilla para una canción vasca. La ofrezco al posible amigo que hable euskera. Si alguien quiere cantarla, puedo editar la partitura. Esta versión en euskera la realizó mi amigo Esteban Astarloa (ya fallecido).




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lunes, 12 de octubre de 2009

El accidente.






De qué sirve tomar bebidas sofisticadas,
presumir de conocer los secretos del vino,
saborear las copas con aires de adivino,
brindar con los amigos, reír a carcajadas,

bailar, cantar romanzas, describir las añadas,
si más tarde afrontamos nuestro incierto destino,
desbordando las líneas exactas del camino
que desde el nacimiento nos fueron dibujadas.

Qué oscura está la noche, qué gris la carretera,
qué cansada está el alma, qué triste suena el viento,
cuán negras son las nubes en esta madrugada,

ya no hay chanzas, ni brindis, ni bulla pasajera,
sólo líneas borrosas sin mi discernimiento
que pueden empujarme muy pronto hasta la nada.


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El silencio.




El silencio.


Es mi refugio, el amigo querido
cuya presencia se da por supuesta,
si no le hago caso nunca protesta
y es amable, cercano, distendido.

No es una melodía, no es un ruido,
no descompone nada, no molesta,
cuando aparece sólo manifiesta
que estoy aislado de cualquier sonido.


Me circunda, me aísla, me ennoblece
y a veces, con el tiempo, me enloquece
si no dejo volar mi pensamiento.

Y si grita mi voz desaforada,
no siendo circunstancia ni momento,
viene en mi ayuda y no reprocha nada.




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miércoles, 7 de octubre de 2009

Ciudad de Cuenca.



























Vértigo

Qué vértigo mirar a la hendidura

de tu río de piedra y de aguas vivas

desde tus casas, palomas cautivas

ancladas en los riscos de la altura.


Qué vértigo mirar a la pintura

que atesoras en telas colectivas,

indispensables, imaginativas,

desenfrenadas crisis de locura.


Qué osadía venir a contemplarte,

beber resoli en la intemperie austera

de tus noches de invierno, pasearte,


seguir las turbas en la primavera,

conocer a tu gente y luego amarte

hasta el vértigo en delirante espera.


( Recuerdo de la ciudad de Cuenca).



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martes, 6 de octubre de 2009

El abuelo genial.



Mi abuelo es dulce como un flan de chocolate,
mi abuelo es bueno como el jugo de melón,
mi abuelo es sabio como veinte diccionarios,
es que mi abuelo es un abuelo superior.

Mi abuelo tiene un jardín lleno de flores,
mi abuelo tiene, siempre tiene la razón,
tiene gracia, tiene coco, mi abuelito es especial,
unos piensan que está loco, y es genial.

Mi abuelo tiene una raqueta con pedales,
mi abuelo tiene un patinete nadador,
mi abuelo tiene unos zapatos que andan solos,
es que mi abuelo es un magnífico inventor.

Mi abuelo tiene una avioneta submarina,
mi abuelo tiene un submarino volador,
tiene gracia, tiene coco, mi abuelito es especial,
unos piensan que está loco, y es geniaaaaaaaal...

No sé quién escribió esta cancioncilla, pero me parece encantadora. La oí cantar a unos niños en una escuela infantil de Huelva.
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Amanecer en Tokio.










Amanecer en Tokio.


En el piso 42 de un hotel de Tokio,

diseñado contra terremotos,

sin balcones ni flores,

cemento blanco y liso, calidad nipona,

me despierta el sol naciente del amanecer.


Riadas de automóviles en las calles

,jóvenes mujeres de pelo negro a paso ligero

en las aceras grises y limpìas.

El sol ilumina las fachadasde cristal y cemento.

En los escaparates de las tiendas,

ordenadores y pantallas,

móviles y juguetes electrónicos.


En el país de la muy alta tecnología

el samurai ha cambiado el sable por el láser

,la flor de loto por la margarita mecánica

de las impresoras de impacto

y ha descubierto en los componentes de alta velocidad

las nuevas armas para extender el Imperio a occidente.


Los templos son ahora fábricas de silicio,

la precisión ha reemplazado a la oración

y los monjes-soldados combaten en las naves de las factorías

mientras las mujeres alimentan

las cadenas de las series fabricadas a escala universal.


Un nuevo Shogun electrónico

detiene el poder en las islas

mientras el Emperador se recluye en su palacio

aislado por fosos y cisnes,

(Shogun de Tokio, Shogun de Osaka,

Shogun de Yokohama, Shogun de Kawasaki)

y envía consignas a sus soldados económicos vía satélite.


En el piso 42 de un hotel de Tokio,

cemento blanco y liso, calidad nipona,

siento de repente la necesidad de volver a Kamakura

y penetrar en el Hara del Buda grande y verde

para reencontrar la casa donde no entró la muerte.

y recobrar así la espiritualidad perdida

en este amanecer dorado

viendo riadas de automóviles circular lentamente,

inmersos en la luz cegadora de un viejo Sol Naciente.

sábado, 3 de octubre de 2009

El templo de Kamakura.






El Buda de Kamakura.


.







El Templo de Kamakura.


La oración de los santos, la espada del guerrero,

la penumbra del bosque, el canto del jilguero,

la madera labrada que rezuma humedad,

los dragones pintados que no tienen edad,

la Puerta de los Templos, lavatorios enanos

donde los peregrinos purifican sus manos,

el verde de los cobres, la piedra blanca y muda,

la imagen esculpida de la madre del Buda,

la Sala del Estudio, el andar presuroso

de los monjes descalzos, el jacinto oloroso,

los torrentes de lluvia por canales de piedra,

los puentes de madera recubiertos de hiedra,

la Sala de los Rezos, el silencio acordado,

las tablillas de votos en el templo dorado,

la puerta corredera, el balcón sin cerrar,

el olor a salitre de la brisa del mar,

el cementerio humilde, sin lápidas ni cruces,

el lejano y confuso parpadeo de luces

que en la distancia anuncian la noche que se acerca,

las carpas de colores que nadan en la alberca,

mujeres japonesas, bellas y silenciosas

que bajan hacia el valle por senderos de losas

conservando en el fondo de sus ojos rasgados

la imagen misteriosa de los templos sagrados;

mientras, la noche llega y extiende su negrura

sobre el paisaje verde y el mar de Kamakura.





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jueves, 1 de octubre de 2009

De nuevo en Alcocéber.
















De nuevo en Alcocéber.



No sé si recordando o descubriendo,
nuevos paisajes, cosas diferentes,
un idioma distinto, nuevas gentes,
mi discurso verbal entretejiendo,


he tomado la pluma describiendo
las hondas emociones emergentes
de las vivencias, hasta ahora ausentes
que en este nuevo encuentro van surgiendo.


Llegados hasta mí, por mí sentidos,
el viento, los colores, los sonidos
del Alcocéber nuevo contemplado,


quisiera reflejar en estos versos
mi amor hacia este pueblo reencontrado,
mi alma y mi corazón en él inmersos.