martes, 30 de agosto de 2011

Alcocéver.

Las Fuentes de Alcocéver.

No eres aldea, ni pueblo, ni villa, ni concejo,
eres una ola blanca que el mar ha depositado
entre los pinos y los almendros
junto a rocas y playas.

Silencio, paz, vuelo de gaviotas,
una brisa suave entre palmeras,
cielo azul, luz dorada,
flores rojas, setos verdes,
calles estrechas, sencillas,
un olor a pan recién hecho,
ruido de voces en un café,
rumor de olas en el acantilado,
montañas ocres que dominan los tejados,
una ermita blanca
y el mar.

Cuando llega la noche
las olas que mueren en la playa
centellean a la luz de la luna;
el mar respira tranquilo
moviendo con un reflujo silencioso
las barcas ancladas en el puerto marinero
que cabecean olvidadas en la penumbra
y las calles, hendiduras de color,
se dibujan en la oscuridad.

Se charla en las terrazas,
suena la música en los bares,
los vecinos pasean junto al mar en calma,
profundo, oscuro, inmenso y cercano.
La evasión es patrimonio de la noche
cuando la luz en las cosas se extingue.

Al amanecer atravieso tus calles vacías,
las casas blancas se reflejan
en el espejo de la mar en calma
y las olas, al romperse,
dibujan franjas de encaje
en la orilla de las playas
Unos pinos corcovados rodean
el camino hasta un ramblar
que muere en una playa de piedras
esculpidas por el viento y el agua.






martes, 9 de agosto de 2011

El túnel del viento.


El túnel del viento.



Estoy construyndo un túnel del viento
con mis manos juntas, en el vacío,
sabiendo lo vehemente que es el aire
cuando desciende del cielo y se encuentra
con la creación humana, rompedora
de las vírgenes líneas naturales,
de las distancias y de las alturas,
de los colores y de sus matices
quebrando las formas de nuestro mundo.

No hay nada que enfurezca más al viento
que la arquitectura demoledora
creada por los hombres narcisistas,
delineando planos de diseños
que se apoyan entre sí, que se enrollan
para desplegarse sobre los campos
hasta entonces creación esplendorosa
del arquitecto impar del universo.

Al nacer en las cumbres montañosas
la brisa nueva comienza su curso
y baja lentamente hasta mis manos,
en la frescura de la madrugada,
dándome el sortilegio de la vida,
renovando las fuerzas de mi ser,
recordándome de nuevo que existo.

No he realizado planos ni dibujos,
el túnel lo he guardado en mi memoria,
y puedo describirlo con mis manos,
en él será pacificado el aire,
y podré respirar esta suave brisa
entre las paredes que he diseñado
para evitar la densidad del viento.






lunes, 8 de agosto de 2011

Muerte en la trinchera.



Muerte en la trinchera.

¿Soldado, de qué vaso bebiste
el barro de tu trinchera,
dónde dejaste tus alas,
alondra de fantasía?


Dime…allá en el fondo,
¿limpiaste el lodo que cubre tus alas
o seguirás volando un instante
y elevarás tu vaso
para brindar por tus amigos,
ahora que sí están contigo,
en el barro ¡ay! de tu defensa de muerte?




¿Fuiste capaz de beber tu vaso
gota a gota
o brindasteis juntos
soñando, idealizando, uniendo
la muerte y la victoria,
vosotros, perdedores absolutos,
sin medios para escapar del terror,
sin alas, sin luz, sin esperanza.,
sumidos en el barro sucio
de un exasperante agujero sin salida?




¿Dónde quedaron los himnos y banderas,
las voces, las canciones, las arengas?




El silencio llegó por delante
de un rumor lejano de salvas artilleras,
nubes de plomo barridas por un viento
de odios, y enfrentamientos lejanos
que llegaron puntuales,
interpretando una sinfonía completa
de estruendo y de dolor.




El beso de amor de despedida,
que dejó impregnados de amor tus labios,
ahora esculpidos por el barro,
quedó prendido en la alambrada,
sin tú poder recuperarlo,
en tu imprevista, letal, caída en la trinchera.





martes, 2 de agosto de 2011

Cuando pienso que existes.






Cuando pienso que existes. 

Cuando pienso que existes y estás a mi lado,
sólo el permanecer importa,
estar en silencio, pensarte en silencio,
adivinar tu mirada, delinear tus márgenes,
abrazar tus pensamientos,
saber que vives conmigo y en mi.

No existe ya el tiempo de la incertidumbre,
sólo de la verdad y el asombro.

Cuando me miras y sonríes,
en tus manos recibes mi alma,
fascinada por esta permanencia,
y se vuelven tan cercanas tus cosas,
se condensan tanto mis sueños,
que las lágrimas tienden a evadirse de mis ojos.

No tengo valor para dejar de mirarte,
te necesito tanto, me desconciertas tanto,
que yo tampoco de ti podría evadirme,
porque tus ojos son mis ojos,
y tu encanto mi encanto.

Si te hablo de amor es de mi entrega,
de mi permanencia en ti,
y es en tu esencia donde quiero encontrarme
unido con un vínculo eterno, inalterable,
a la suavidad de tus manos
y a la ternura de tu mirada.´