viernes, 26 de abril de 2013

Nacimiento del alma.





 
 
Nacimiento del alma.


Mi alma ha nacido, leve y esplendente,
por un soplo sutil, casi un vahído,
como un impulso extraño diluido
en el creador esfuerzo de la mente,

como un vínculo puro, trascendente
al cuerpo tropezado y absorbido,
como un hálito vital concebido
por una circunstancia inteligente.

Un misterioso rayo de luz viva,
apenas un destello, que despierta
en mi incipiente encarnación humana

una inquietud febril, la perspectiva
de expresar, con una palabra cierta,
la esencia que mi propio cuerpo emana.

sábado, 6 de abril de 2013

Los jazmines de mi infancia.



 

Hoy he plantado en mi jardín
jazmines, tomillos y albahacas
revolviendo la tierra y las semillas
con mis manos limpias,
mezclando materia y sueños,
en un renovado intento
de revestir mi vida
con nuevos aromas y colores.

¿Vendrá la lluvia  de la primavera
a transfundir de nuevo
con sus gotas menudas y leves
el aliento vital de su presencia?

Yo deseo que oler las plantas
de jazmines, tomillo y albahaca,
sembradas por mis manos limpias,
despierten mis ensueños
y los intensos, evocadores,
recuerdos personales  de mi infancia.


jueves, 4 de abril de 2013

Tu regazo.





¿No es terrible, amor mío, no poder encontrarte,
desierto como estoy? ¿Por qué mi soledad,
y mi vano deseo de poder recobrarte
sólo esconden mi pena y aumentan mi ansiedad?

¿Por qué surge de  pronto, partida en dos el alma,
sin causas, sin raíces, en un renacimiento
de temores, de dudas, rompiéndome la calma,
este estallido inútil, huracanando el viento?

Yo no me encuentro solo, porque vienes a verme,
invades mi silencio, no me dejas espacios,
aumentas mis latidos cuando mi cuerpo duerme
y rompes la quietud  de mis órganos lacios.

Eres tormenta plena, sin apenas salida,
la pasión detonante sin ninguna frontera,
una visión del mundo, la causa de mi vida,
evanescente sueño que renovar quisiera.

Cuando voy paseando y ya nadie me espera
donde el sol resplandece porque ya no hay tejados,
no quiero ese silencio desnudo de la acera,
sin árboles, ni tiestos en balcones cerrados.

¿Porque tú, dónde estás, es que acaso tu esencia
se perdió en mis abrazos? Te busqué como obseso
y recorrí la calle para olvidar tu ausencia,
deseando encontrarte para ofrecerte un beso.

Halcón de cetrería, fui buscando mi presa
atravesando valles y bosques y collados,
acechando el momento, buscando la sorpresa
para vencer rechazos de tus ojos soñados.

Capitán de veleros quise hallar en los mares
la dimensión inmensa de nuestro amor eterno,
sin razonar mis dudas, olvidando pesares,
buscando soluciones a nuestro desgobierno.

Quiero volver a verte, absorber tus fluidos,
acariciar tus manos, estrecharte en mi abrazo,
recibir tus aromas, tanto tiempo perdidos,
y descansar de nuevo, amor, en tu regazo.






martes, 2 de abril de 2013

París I. Metro, buhardillas,mendigos y bulevares.


  El metro de París no lleva a ningún sitio.

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En la estación de metro de Montmartre un hombre negro vende rosas rojas. Un gendarme tira de un manotazo su cesta al suelo y las rosas se desparraman sobre el pavimento pisoteado y negro.

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Una chiquilla mulata me mira con sus ojos negros y me abre de golpe la puerta hacia un mundo en el que no existen computadoras, automóviles ni rascacielos.

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Las buhardillas de París están vivas; no son trasteros, ni guardamuebles, ni desvanes sin alma. Son, por el contrario, una ciudad dentro de una ciudad en la que las últimas luces alumbradas se confunden con el temblor de las estrellas.

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Un mendigo de la Avenida Suffren empuja un cochecito de niño lleno de tesoros: una manta, una botella de vino, ropa usada. En el fondo del cochecito guarda también los mejores recuerdos de su juventud.

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El Boulevard Periférico es una bufanda que envuelve el cuello de París y deja pasar su transpiración para conseguir unas plazas tranquilas y llenas de palomas en los atardeceres silenciosos y grises de los domingos.