martes, 30 de septiembre de 2014

Al faro de Irta.


El faro de Irta.


Sobre la espuma de las olas trazas
un camino de luz tan persistente,
una señal tan pura y permanente,
que la llegada de mi barco emplazas.

En la distancia siento que me abrazas
y no puedo explicar lo que se siente
al ver tu azul destello intermitente
rasar el mar y señalar las plazas.

Cuanta más niebla encubra mis derrotas,
desgajado el timón, mis velas rotas,
más brillará la luz que tú me envías,

blanca atalaya de los roquedales,
torre de salvación para mis males,
luz mediadora en mis peores días.


jueves, 25 de septiembre de 2014

Amor en modo infinitivo.





Nuestro amor en modo infinitivo
(Amar, vivir, conocer, sentir, pensar)

Haber amado, eso es lo importante;
desde la hondura de nuestro ser
nos hemos amado sin límites,
olvidando normas y fronteras,
viviendo el delirio soñado,
unidos en un acto de profundo amor,
un éxtasis
que nos ha hecho conocer nuestra plena felicidad
nunca antes alcanzada
y ahora evanescente.

Haber vivido nuestro amor,
avivar nuestros sentidos,
descubrirnos,
ofrecernos la emoción de conocernos
pero amarnos siempre en modo infinitivo
con el riesgo
de olvidar, cambiar, desertar,
y no encontrarnos más en nuestro futuro.

Haber conocido el amor plenario
y saber que podemos perderlo;
sentir la inquietud
de incumplir las promesas
y traicionar la  esperanza
en el crepúsculo de nuestro pensamiento
cuando creemos que todo está preterido
y ya nada puede renacer en nuestra alma.

Haber sentido
la abrasión de nuestra piel
en la efusión de nuestras caricias;
comprometernos,
querernos con pasión
solo pensando en el otro para olvidar lo subjetivo
y darnos con calor el abrazo
de nuestros deseos compartidos y diluidos
en este amor incierto revelado.

No haber pensado
en el fin de nuestro encuentro,
creer que nuestro amor era infinito,
desconocer los tiempos y las fuerzas
y encontrarnos con el final,
nunca previsto,
de este nuestro ahora evanescente
y cada vez más deseado
amor incierto.             



martes, 23 de septiembre de 2014

Mis arces.



Hace tiempo planté tres arces en el campo.
El primero ha arraigado con fuerza
y se ha orientado hacia el lado de un sendero.
El segundo ha crecido débilmente 
y busca los rayos del sol.
El tercero apenas se ha levantado del suelo
y he tenido que cubrir sus raíces 
con la misma tierra donde lo planté.

No están protegidos por arriates ni piedras.
Son arces libres que utilizan su entorno
para defender con distintos esfuerzos
su crecimiento en libertad.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Esencia y amor.



Esencia y amor.


¿ Eres tú parte de mi esencia,
o me absorbes,
insertándome en la tuya,
apagando mis intuiciones,
bloqueando mi razón,
haciéndome tuyo?

Me encuentras,
me diluyes en ti,
quiebras mi estructura,
me impregnas de ti,
yo sintiendo, sufriendo,
anhelando,
y tú, quizás amando.

La suma de nuestras esencias
constituirá el amor eterno
que siempre soñamos.



                     ______________________












Nuestro otoño.





Sentados en un banco.


Sentados en un banco del paseo
dejamos que cayese la lluvia de otoño,
sintiendo sus gotas
deslizarse lentamente sobre nosotros,
arrastrando fluidos y aromas
en  un ambiente de vahos y humedades.

Deseé que no volviera a salir el sol,
que sólo brillara la luz de tus ojos
y que tu aroma no se perdiera en la brisa,
convirtiéndose  en gotas de perfume
que impregnasen mi piel.

Tú, la deseada,
la reflejada en el iris de mis ojos,
bella bajo la lluvia,
transmitiendo amor,
despertando ensoñaciones sobre un banco
que quizás otros,
quizás también nosotros.
habíamos imaginado.

Las hojas de los árboles descendían
a intervalos, brillantes, doradas,
y el paseo se escondía bajo el lento,
arrítmico vaivén de las hojas caídas.

Un sentimiento de ternura,
de cálido entendimiento.
se apoderó de nosotros
al contemplarnos en el silencio
del atardecer de nuestras vidas,
en el otoño de nuestro trayecto vital.

Ví de nuevo tu imagen
reflejada en el iris de mis ojos,
esta vez borrosa,
quizás por las gotas de la llovizna,
y te apreté firmemente en un abrazo.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Amor a la tierra vasca.





Amor a la tierra vasca.


Tienes en tu historia antigua,
en la base de tu tierra fecunda,
una firme y suave fortaleza.

Se puede ver muy lejos en el fondo,
un leve temblor de praderas de hierba
mecidas por el viento y la lluvia.

Entre los robles y los hayedos
y las piedras de tu caserío,
yo te reconozco, madre vasca.

Palomas, palomas blancas y grises,
en ingrávido vuelo, tus cabellos.

A veces el mar se encrespa y rompe
en tu frente, como en Guetaria,
o muere vencido,
entregado en tus sienes,
blancas como las arenas del norte.

Aurtxo, escóndete en la hierba,
refugio de senos maternales,
olor a tierra húmeda,
y cuando a brazadas caiga la hierba
en el pecho de tu madre.
mama su néctar
para el encuentro vital con tus ancestros.

Valles, ríos, colinas, praderas,
inocencia del entorno,
lienzo de paraísos escondidos
en la quietud divina,
sólo aquí, en tu sustancia vasca
en tu raíz de roble
se produce el encuentro
de tu fértil  y cálida esencia.

Mi alma baja de noche por el cauce del Bidasoa
a diluirse en el mar, trazando rutas viajeras,
señalando caminos,
y regresa, 
rompiendo el alba,
para recuperar el sabor de tus playas,
el sonido de tu música viva,
el olor de tus praderas.

Sabe que quiero vivir contigo y en ti,
si tengo que segar, siego,
si he de cantar, canto,
si necesitas mi trabajo en tu tierra
calzo unas albarcas y unzo las yuntas,
si debo escuchar, oigo el crujido de tus robles,
y si acabar, 
sabe que siempre en tus montes,
amando hasta tu último caserío,
empapado de tu naturaleza.