Sentados en un banco.
Sentados en un banco del paseo
dejamos que cayese la lluvia de
otoño,
sintiendo sus gotas
deslizarse lentamente sobre nosotros,
arrastrando fluidos y aromas
en
un ambiente de vahos y humedades.
Deseé que no volviera a salir el sol,
que sólo brillara la luz de tus ojos
y que tu aroma no se perdiera en la
brisa,
convirtiéndose en gotas de perfume
que impregnasen mi piel.
Tú, la deseada,
la reflejada en el iris de mis ojos,
bella bajo la lluvia,
transmitiendo amor,
despertando ensoñaciones sobre un
banco
que quizás otros,
quizás también nosotros.
habíamos imaginado.
Las hojas de los árboles descendían
a intervalos, brillantes, doradas,
y el paseo se escondía bajo el lento,
arrítmico vaivén de las hojas caídas.
Un sentimiento de ternura,
de cálido entendimiento.
se apoderó de nosotros
al contemplarnos en el silencio
del atardecer de nuestras vidas,
en el otoño de nuestro trayecto
vital.
Ví de nuevo tu imagen
reflejada en el iris de mis ojos,
esta vez borrosa,
quizás por las gotas de la llovizna,
y te apreté firmemente en un abrazo.
5 comentarios:
Sublime. No puedo añadir nada más. Abrazos, Fernando. Es un placer pasear por tus versos.
Puro amor este poema.
La lluvia, el otoño, la hoja que resbala, la luz y la mirada... Todo ello nos lleva al alma del poema al sentir las palabras tejidas entre naturaleza y vida.
Transmites serenidad, silencio, reflexión y amor.
Te felicito, querido Fernando.
Abrazos
Verónica: Gracias por tu maravilloso libro que estoy leyendo. Despacio, como ha de leerse lo que escribes, que no son, como apuntas, versos sino besos.Tu cercanía poética me ha hecho regresar a este blog porque, como debe ser, un escritor y poeta no puede dejar de escribir.
Yo sí añado algo, Gracias por leer mi poesía, amigo de siempre, amigo verdadero.
Querido Fernando, muy agradecida, de verdad :)
No, no puedes dejar de escribir.
Y esto del blog... es también una necesidad.
No me cansaré de decir que me alegro mucho de tu vuelta.
Abrazos
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