Perdida en el desierto de Judea durante casi dos mil años Masada fue la
fortaleza donde se refugió la secta judía de los zelotes luego de su fallida
rebelión contra los romanos en el siglo I. En esa histórica colina cerca de mil
hombres, mujeres y niños, asediados por el Imperio, eligieron matarse unos a
otros antes de caer en manos de sus enemigos. Eleazar Ben Yair reunió a sus
lugartenientes en el palacio occidental de la fortaleza de Masada y pronunció un
célebre discurso proponiendo un sorteo para que un grupo de diez elegidos les
diera muerte a todos los demás. La obsesión era evitar caer con vida en manos
de los romanos y al mismo tiempo evitar el suicidio, mal considerado por las
leyes sagradas. Así se hizo . Cada hombre mató a su familia y el último elegido
prendió fuego al último recinto y se atravesó el pecho con una espada. Los
romanos. mandados por el cónsul Sila, tardaron siete meses en construir una
rampa, llegar a las murallas y abatirlas con un ariete. En el poema siguiente intenté describir los
sentimientos de unos de sus habitantes ante la situación. La palabra amén de este poema que escribí no
lleva acento porque es una palabra hebrea.
Desde Masada.
El tránsito es difícil,
Shimeon. mano amiga,
no tiembles,
yo te elegí entre todos
como mi ángel final;
ya sabes,
quiero un collar de rubíes en mi
garganta
una saeta de amor
que atraviese mi corazón de fiel
zelote
y un salmo que acompañe
al estertor final de mis entrañas.
Luego descansa tú,
mi elegido ángel final
y ven junto a mí
a recibir el honor de nuestra decisión.
Eleazar, compañeros,
cuando el romano entre en nuestra
masada
quiero ofrecer mi cuerpo desarmado,
mi mujer y mis hijos yacientes
junto a mí,
bañados en el néctar de sus
cuerpos,
el sudario empapado de fértiles
promesas,
y sus corazones quietos
en el silencio de nuestra alcoba.
Shmael, buen amigo,
¿iremos a la sinagoga después del
baño?
¿trajiste los dátiles dulces rutab
que te encargué para mis hijos?
Si el enemigo devastador alcanza
nuestras murallas
los dejaremos esparcidos sobre el suelo
porque nosotros no tenemos hambre,
sólo tenemos valor y orgullo de
zelotes
y nuestra muerte es nuestra gloria
que nos hará sobrevivir
por los siglos de los siglos.
Amen.
6 comentarios:
Impresionante historia, amigo Fernando. En la escuela me enseñaron que los habitantes de Sagunto también prefirieron suicidarse ellos antes que caer en manos del invasor cartaginés.
Se necesita valor y orgullo para hacer eso,¿no crees?
Tu poema es precioso, transmite los sentimientos que embargaban a esos valientes en tal difícil trance. Un abrazo.
Juan: en Sagunto se produjo una historia parecida. Los romanos eran los USA de ahora. Si querían dominar un territorio, terminaban dominando a todos sus habitantes. En algo se parecían los saguntinos a los de Masada, en su bravura y honor. ¿Crres tú que los españoles de ahora se parecen en algo a aquellos héroes?. Saludos, amigo.
Difícil imaginar el trance que vivieron los zelotes en esta matanza colectiva y acordada. Más difícil aún, convertir ese dolor en poema y tú lo has hecho. Me quedo con los veross que aluden al dulzor de los dátiles, como una nota de color en mitad del desconsuelo. Abrazos, amigo.
Marcos: te sugiero que visites Masada cuando vayas a Israel. Es respetada como hecho histórico y allí juran bandera los nuevos rewclutas de la nación. Casi como en España con Sagunto. VFisité la ciudad derruida de los asguntinos. ¡Ni nos acordamos de ellos!
Los sentimientos de uno de sus habitantes...
Sentimientos que siente un ser con gran sensibilidad de uno de los habitantes...
Besos y amor
je
Pd
"je" = sonrisa
Gracias por tu comentario, Un sakudo,
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