
Atardecer en el bosque.
Las ramas son antorchas encendidas
por el sol del otoño; duerme el viento,
los senderos se esconden bajo el lento,
arrítmico vaivén de hojas caídas.
Es la pausa de las atardecidas,
el tranquilo y nostálgico momento
en que se nos permite hacer recuento
de las cosas y experiencias vividas.
Los colores del bosque se diluyen
entre la inmensidad de la negrura
al ritmo lento de la sombra y huyen
pausadamente, como en esta danza
de tan cálida y entrañable ternura,
que el fondo de mi corazón alcanza.
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Dedicado al gran músico argentino
Alberto Ginastera por su
"Danza de una moza donosa"
"Danza de una moza donosa"
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