lunes, 15 de febrero de 2010

Evocación del país vasco.

A la patria vasca.


Tienes en tu historia antigua,
en la base de tu tierra fecunda,
una firme y suave fortaleza.


Se puede ver muy lejos en el fondo,
un leve temblor de praderas de hierba
mecidas por el viento y la lluvia.


Entre los robles y los hayedos
y las piedras de tu caserío,
yo te reconozco, madre vasca.


Palomas, palomas blancas y grises,
en ingrávido vuelo, tus cabellos.


A veces el mar se encrespa y rompe
en tu frente, como en Guetaria,
o muere vencido,
entregado, en tus sienes,
blancas como las arenas del norte.


Aurtxo, escóndete en la hierba,
refugio de senos maternales,
olor a tierra húmeda,
y cuando a brazadas caiga la hierba
en el pecho de tu madre.
mama su néctar
para el encuentro vital con tus ancestros.


Valles, ríos, colinas, praderas,
arrebatada inocencia del entorno,
lienzo de paraísos escondidos
en la quietud divina,
sólo aquí, en tu sustancia vasca
en tu raíz de roble
se produce el encuentro
de tu fértil vigor y tu cálida esencia.


Mi alma baja de noche por el cauce del Bidasoa
a diluirse en el mar, trazando rutas viajeras,
señalando caminos,
y regresa, rompiendo el alba,
en un estallido de espumas,
para recuperar el sabor de tus playas,
el sonido de tu música viva,
el olor de tus praderas.


Quiero vivir contigo y en ti,
si tengo que segar, siego,
si he de cantar, canto,

si rezar, rezo,
si necesitas mi trabajo en tu tierra
calzo unas albarcas y unzo las yuntas,
si debo escuchar, oigo el crujido de tus robles,
y si acabar,

siempre en tus montes,
amando hasta el último caserío,
empapado de tu esencia.

sábado, 13 de febrero de 2010

Un momento.

Un momento.

Caminábamos juntos
mis manos
en tus hombros
tus manos
en mi cintura
y no existía el tiempo.

Sólo existíamos
nosotros,
nada más tú y yo
caminando,
hablando,
soñando
sintiéndonos,
amándonos.

Sentí de cerca
tu aroma
al besar
tu mejilla
mirándote
a los ojos
como pidiendo disculpas.

Tú me sonreíste
con ternura
y seguimos
caminando
hablando,
soñando,
sintiéndonos,
amándonos.


martes, 9 de febrero de 2010

XIV.- ¿Libros infantiles?

Leyendo en el Café de las Sorpresas.


Aquí fue donde el conde Lucanor
pidió consejo a su asesor Patronio
para formalizar mi matrimonio
con los libros, el arte y el honor,

aquí, en el café de las sorpresas
con la enseñanza maternal de Gloria
madrina y profesora en mi memoria,
sobre el mármol grisáceo de sus mesas.




Unos dulces, un chocolate espeso,
una leche templada y, en seguida,
la tarde más feliz y entretenida
de un niño madurado ya en exceso.

El Conde Lucanor fue aquel inicio
de la lectura lenta y asombrosa
de una literatura prodigiosa,
su página inicial, su frontispicio.



Las aventuras de Nihls Andersen.


Fué Nihls el que



































































Guillermo Brown.






















Platero y yo.





















viernes, 5 de febrero de 2010

Tu regazo.




Tu regazo


¿No es terrible, amor mío, no poder encontrarte,
desierto como estoy? ¿Por qué mi soledad,
y mi vano deseo de poder recobrarte
sólo esconden mi pena y aumentan mi ansiedad?

¿Por qué surge de pronto, partida en dos el alma,
sin causas, sin raíces, en un renacimiento
de temores, de dudas, rompiéndome la calma,
este estallido inútil, huracanando el viento?

Yo no me encuentro solo, porque vienes a verme,
invades mi silencio, no me dejas espacios,
aumentas mis latidos cuando mi cuerpo duerme
y rompes la quietud de mis órganos lacios.

Eres tormenta plena, sin apenas salida,
la pasión detonante sin ninguna frontera,
una visión del mundo, la causa de mi vida,
evanescente sueño que renovar quisiera.

Cuando voy paseando y ya nadie me espera
donde el sol resplandece porque ya no hay tejados,
no quiero ese silencio desnudo de la acera,
sin árboles, ni tiestos en balcones cerrados.

¿Porque tú, dónde estás, es que acaso tu esencia
se perdió en mis abrazos? Te busqué como obseso
y recorrí la calle para olvidar tu ausencia,
deseando encontrarte para ofrecerte un beso.

Halcón de cetrería, fui buscando mi presa
atravesando valles y bosques y collados,
acechando el momento, buscando la sorpresa
para vencer rechazos de tus ojos soñados.

Capitán de veleros quise hallar en los mares
la dimensión inmensa de nuestro amor eterno,
sin razonar mis dudas, olvidando pesares,
buscando soluciones a nuestro desgobierno.

Quiero volver a verte, absorber tus fluidos,
acariciar tus manos, estrecharte en mi abrazo,
recibir tus aromas, tanto tiempo perdidos,
y descansar de nuevo, amor, en tu regazo.




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