miércoles, 10 de julio de 2013

La mesa vacía.






La mesa vacía.
 

¿Por qué estás tan callado, es que no puedes vernos,
no ves que ya no hay platos en la mesa vacía,
que no se ven  los niños, que ya no hay alegría,
que ahora los silencios nos parecen eternos?

¿Dónde estás escondido que el gallo ya no canta,
el gato no se lame, el lagarto se esconde,
por qué el sol no aparece y no se sabe dónde
arrullan las palomas  y el reloj no adelanta?

¡Qué blanca era la aurora, y qué verde la hiedra,
y qué fuerte la lluvia sobre el campo caía!
ahora ya no hay platos en esta mesa vacía
y ni siquiera el musgo puede cubrir la piedra.

Ya no quiero usar yeso para unir las junturas,
ni repintar la casa, ni cuidar la fachada,
porque tú has conseguido que en mi nueva alborada
ya no existan colores  que salven mis pinturas.

Tanta ha sido la quiebra de mis planes de vida
que la culebra escupe su veneno en mi palma
y el amor ya no existe, que se me rompe el alma
y a torrentes la sangre se escapa de mi herida.

4 comentarios:

Antorelo dijo...

El amor nos hace ver la vida de forma ilusionante; su pérdida nos tla cambia por una visión amarga.
Un abrazo, un placer leerte.

Fernando dijo...

Bueno, Antorelo, este es un poema que le escribí al exmarido de una hija mía. Mi hija no lo leyó hasta unos años después, al formalizarse su divorcio. Fui demasiado prudente. Debí haberle descalificado mucho más. No deseo a ningún padre que sufra lo que se sufre cuando una hija es maltratada. Un abrazo y gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Ya el tìtulo dice mucho de lo que serà el contenido... Triste debe ser si, saber que una hija es mltratada... jamàs lo he vivido y espero que nunca me suceda, pues seguramente pasarìa el resto de mi vida en la carcel...

saludos cordiales

Francisca Quintana Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.