A un inmigrante.
Mandar la barca de forma sencilla,
timonear con todos los sentidos,
temblar, rezar, mirarse estremecidos,
montar las olas pero sin dar la quilla,
acallar el motor hasta la orilla,
remar a boga larga prevenidos,
para alcanzar los sitios convenidos
a sólo la distancia de una milla.
Ya no se escucha el muecín; de repente,
hasta el aire parece diferente
en el silencio tenso del momento.
¿ Son más fuertes las olas que la vida,
puede más la esperanza o es el viento,
que domina la mar embravecida ?.
Paseando por una calle llamada "Camino del morito"
en el pueblo de Alcocéver.
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