Alamedas del Duero.
En mis manos sostengo la lectura,
para que nunca pueda abandonarme
la pasión por el arte y la cultura,
pues si es preciso habré de condenarme
por haber intentado leerlo todo
y entre un montón de libros sepultarme;
no concibo encontrar distinto modo
de alegrar el sentido de mi vida,
que andar leyendo, desbrozando el lodo
para lavar la imagen sustraída
del más leal cantor del pueblo llano,
pura esencia en el aire diluida.
Antonio Machado en sus últimos años.
Escuchándole, Gloria, de tu mano
todavía recuerdo la emoción
de conocer a Antonio, tan cercano,
distante del fulgor de Juan Ramón
mas tan profundo, delicado y tierno
que nunca olvidaré la sensación
que me produjo aquel lejano invierno
su profunda canción al olmo herido
leída con tu aquel tono materno.
Mas ya no soy un niño consentido
y estoy aquí, Antonio, adolescente,
buscando la razón de tanto olvido,
tratando de encontrar, en el ambiente
del café de las sorpresas, vestigio
de tu verbo de acción polivalente,
defensor de la paz con el prodigio
de una poesía audaz y verdadera
que sube enteros sin perder prestigio.
En tu Castilla mística y guerrera
de llanos altos, montes y roquedas
¿habrá llegado ya la primavera?
En el café de las sorpresas.
No quiero aún moverme si te quedas
conmigo en el café para contarme
el espeso verdor de las olmedas
que bordean el Duero, emocionarme
con el débil temblor de los sembrados
que tu palabra supo dibujarme,
o recibir con los ojos cerrados
ese sabio romance campesino
escrito entre montes y collados
que recordabas tú, el peregrino,
diciendo adiós a ríos y arboledas
en la senda de tu letal destino.
Ahora que estamos juntos y te quedas
sorberé poco a poco tu talento
pues tengo todavía unas monedas
para tomar café desde mi asiento.
2 comentarios:
¡Qué entrada de blog más hermosa!
Eso me pregunto... ¿habrá llegado la primavera, Fernando? Hay algo en estas horas y en estos versos que me remueve la nostalgia. Y, Dios mío, esa mirada, ese rostro de Antonio, en esa fotografía... ¿qué hicieron contigo? ¿Por qué todo es tan difícil? ¿Por qué hay tanta bajura instalada en la piel de lo excelente como un parásito inmortal?
Gracias, Fernando.
Laura
¡Qué belleza, Fernando! ¡Qué hermosura esos campos de la Soria de Don Antonio! Siempre es primavera en la poesía machadiana.
Felicidades, Maestro.
Un fuerte abrazo
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