Mi nacimiento.
Era una noche clara, luz de luna creciente,
el Guadarrama hacía las veces de frontera
de los primeros rayos del sol de primavera
y el canto de los mirlos se anunciaba inminente.
Y yo nací, supongo que de una forma mágica,
fruto de un artificio que nunca fue aclarado,
desnudo, vacilante, y muy desconsolado
bajo una luz hiriente de lámpara trifásica.
No recuerdo detalles, yo soy desmemoriado,
pero, según contaron los que pudieron verme,
mi tórax era fuerte, costaba sostenerme,
era largo de piernas y bastante delgado.
Nunca sabré la razón del llanto de mi gente
al ver un nuevo intruso en medio de su vida,
fueron quizás sus gotas licor de bienvenida
o el agua bautismal para el nuevo ser naciente.
Los mirlos entonaron un canto melodioso,
la luz de la alborada entró por las ventanas,
mis ojos se durmieron al bajar las persianas
y caí fulminado por sueño comatoso.
4 comentarios:
No sé si será tu cumpleaños, en todo caso se acerca, supongo. Felicidades, pues. Poema delicado y al tiempo irónico.
Supongo que todo ha ido estupendamente tras la operación, de lo contrario no habrías estado frente a la pantalla de la máquina infernal.
Feliz regreso y un abrazo.
Impactante. El final me ha dejado comatosa. Tiene doble lectura. Y una de ellas es verdaderamente inquietante. ´
Un beso.
Laura
Seguramente los mirlos que cantaron eran blancos. De ahí tu exquisita poesía... siempre.
Un abrazo
No había llegado a tiempo a este poema.Creo que, más o menos para la misma fecha, yo también hablé de mi nacimiento...coincidencias.
un beso*
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