sábado, 10 de enero de 2009

Montserrat


Tus crestas son como dedos gigantes
que, levantándose desde la llanura,
hubieran dado vida a una escultura
de arenas grises y desafiantes.

Unas manos creadoras delirantes
trazaron tus perfiles y en la altura
dibujaron llagas por ruptura
de ancestrales seísmos y talantes.

Aquí llegó mi nave, arbolada
en el mar de sus miedos, anclada
entre verdades y contradicciones.

Aquí se quedará mi alma, vencida
en la búsqueda final de las razones
de su peregrinaje por la vida.


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1 comentario:

Andrés Glez. Déniz dijo...

Montserrat era un lugar sagrado para Antonio Gaudí y el genial arquitecto es sagrado para mí.