La ermita de Santa Lucía
Te contemplo desde el valle,
ermita de Santa Lucía,
blanca y nítida en tu refugio de la montaña;
te busco desde la playa,
desde la carretera,
a través de los almendros y de los naranjos,
y siempre te hallo dibujada allá arriba,
blanca y nítida, en la montaña.
Cuando te encuentro,
porque eres mi referencia
y percibo tu imagen, pequeña en la distancia,
no puedo dejar de mirarte
porque me sentiría perdido,
ni puedo dejar de amarte
porque eres parte de mi existencia.
Aunque no te vea, te presiento,
sé que estás allí, inamovible,
vigilante del mar,
más alta que las gaviotas,
protegiendo las playas y el valle
con tu presencia,
escuchando el rumor de las olas,
acariciada por el viento del nordeste.
Hoy he vuelto a estas tierras de la plana
para contemplarte una vez más
porque no quiero que tu imagen blanca
se diluya entre los viejos recuerdos
porque no quiero olvidarte,
porque no quiero perderte,
porque no quiero morir sin volver a verte.
----------
1 comentario:
Este poema es débil en su factura porque utiliza tópicos y es previsible. Cuenta en él más el sentimiento y la intención con que se escribió que el resultado.
Publicar un comentario