Varias veces estuve comiendo en el restaurante Ca Batiste, en el pueblo de Alcoceber.Una tarde, entré a tomar un café y me senté en una mesa del interior. Allí escribí el siguiente soneto:
Ca Batiste.
Entro en un bar y en una de las mesas,
en un rincón, distante de la entrada,
tomo asiento, mi mente liberada,
frente a unas bellas pinturas impresas.
Paul Klee, Juan Gris, la luz semiapagada,
evocación de antiguas sobremesas,
un viejo aroma de café, promesas
de una estancia cálida y descansada.
A lo lejos, de forma repentina,
un frufrú desbordado de colores,
una fugaz silueta femenina
y el cálido rincón de Ca Batiste
sin aromas de perfumes ni flores
queda, súbitamente, frío y triste.
Ca Batiste.
Entro en un bar y en una de las mesas,
en un rincón, distante de la entrada,
tomo asiento, mi mente liberada,
frente a unas bellas pinturas impresas.
Paul Klee, Juan Gris, la luz semiapagada,
evocación de antiguas sobremesas,
un viejo aroma de café, promesas
de una estancia cálida y descansada.
A lo lejos, de forma repentina,
un frufrú desbordado de colores,
una fugaz silueta femenina
y el cálido rincón de Ca Batiste
sin aromas de perfumes ni flores
queda, súbitamente, frío y triste.
2 comentarios:
Como lo lea el Juan...
Muchos de mis escritos están dedicados a un nativo de Alcoceber, muchas veces los ilustré con fotografías de sus playas y el roquero... leyendo tu soneto me sentí dentro de ese restaurante viendo las pinturas, oliendo a café y acompañada de quién amé......
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