Cuando Víctor García Tapia iba a cumplir 49 años, se me ocurrió darle como regalo una carta escrita en verso. Se la entregué a la hora del café en la cafetería Camino Real, cercana al Paseo de la Habana de Madrid, donde nos solíamos reunir un grupo muy divertido de amigos, poetas, músicos, y escritores en "diferentes idiomas", como decían los gallegos del grupo. Víctor, que a esas horas estaba muy alegre, ante el asombro de todos, se subió a la mesa y leyó la carta dando grandes voces y haciendo espectaculares aspavientos. Todos lo celebramos con muchas risas y abrazos. La carta es la que sigue:
Carta a Víctor Tapia.
Amigo Víctor, periodista y pintor, dos puntos:
en el camino incierto de mi quehacer diario,
son tales las pamplinas y tales los asuntos
que a poco se me olvida fechar tu aniversario.
Tomo la pluma pronto y escribo cual me viene,
pues lo importante es sólo transmitirte un mensaje,
al pintor lo dedico y, si así se conviene,
también al periodista compañero de viaje.
En esta vida llena de envidias y rencores,
de talentos ocultos que nadie identifica,
donde a los más mediocres se les llama pintores
y a los buenos, en cambio, por todo se critica,
destacas tú, insólito Víctor de las capeas,
capitán de delirios, gladiador castellano,
que a la luz y a la sombra con tu pincel recreas
dándoles nueva vida con la sal de tu mano.
Vengan a mí tu fe, tu voluntad, tu hombría,
tu generosa entrega ante el problema ajeno,
tu pasión, tu profunda y real alegría,
tu lúcida, valiente, sonrisa de hombre bueno.
Vas a nacer mañana, Víctor cuarenta y nueve,
en Madrid, en diciembre; tu recuerdo guardando,
con estas cortas líneas que mi amistad promueve,
recibe un fuerte abrazo de tu amigo Fernando.
A Víctor Tapia, en su cuarenta
y nueve cumpleaños, en Madrid,
a diecinueve de diciembre de mil
novecientos ochenta y dos.
3 comentarios:
Me encanta esta poesía, y más conociendo al personaje. Es alegre, muy fresca, y muestra mucho afecto.
Estoy descubriendo muchas poesías que no conocía. Esta es genial; no me extraña que se pusiera de pie en la mesa para leerla en voz alta.
¡Prometo hacer lo mismo si me escribes una a mí! Porfa, porfa...
Es increíble la facilidad aparente con la que logras escribir poesía.
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