I - Pánico al vértigo.
martes, 31 de mayo de 2011
Pánico al vértigo.
I - Pánico al vértigo.
jueves, 26 de mayo de 2011
La rambleta del Seguet
La rambleta del Seguet.
sobre la piel de la plana,
¿vena, surco, cicatriz?
que recoge las lágrimas del cielo
en su regazo humilde
y sorteando naranjos y sembrados
las lleva hacia el mar.
Quisiera ser como tú,
rambla pequeña,
remanso de tormentas,
sosiego de riadas
y recorrer mi camino,
con la sencillez de tu ejemplo
hasta mi mar.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Canción a una niña que va a nacer.
Estás ahí, puedo imaginarte,
seas un sueño o una realidad:
niña mía, une tus latidos a los míos,
sonríeme desde tu actual morada,
transmíteme la verdad de tu vida.
Si estás ahí, y puedes oírme
muévete un poco para poder sentirte,
que te note, que te palpe
a través de la piel que te protege,
a ti, niña mía, mi delirio, mi esperanza.
Voy a poner mi mano, amor,
para poder tocarte y sentir tu sustancia,
imaginar tus ojos y pensar que sonríes
y acercarme y oler tu fragancia,
que será de jazmines y azucenas.
Ahora no puedo verte, pero sí soñarte,
recogida en mis brazos, pálpito vital,
sintiendo tus latidos sobre mi piel cansada,
enardeciendo mis ansias de amor,
que renace con tu germen de vida.
Quiero saber el color que tendrán tus ojos,
contar tus dedos, acariciar tu cara,
besar cada milímetro de tu cuerpo
y sentirte entre mis brazos,
transmitiéndome tu aroma y tu calor,
para sentir tu vida y darme cuenta
de que nuestro amor será para siempre
la razón más importante de mi existencia
martes, 24 de mayo de 2011
Carmencita.
sábado, 21 de mayo de 2011
Miedo.
jueves, 19 de mayo de 2011
La Playa.
Se rompen en espuma blanca y dorada
las olas desgajadas del mar,
se suceden, se entregan,
aceptan su destrucción
y se dejan caer mansamente sobre la arena
Gaviotas blancas, conchas desplazadas,
pisadas húmedas, restos de algas
ecos lejanos de caracolas
pequeños mares interiores
y resacas de antiguos oleajes
al pie de almendros y naranjos.
Siento miedo de mi soledad
ante el inmenso mar
y pugno por vencer la bruma interior
de espaldas a las montañas ocres
a los pinos requemados,
recibiendo los punzantes arpones del pasado,
arriadas las velas de mi barca,
desconcertado ante la rosa de los vientos
Una tormenta de ideas entrecruzadas,
aciertos y errores, amor, desamor,
hallazgos y pérdidas,
depresiones y esperanzas.
¿ Por qué ahora sobre la playa
la memoria de las cosas ?
Las ideas hierven como los atunes
en la superficie de la almadraba
atropellándose en la huida,
buscando la difícil salvación
desde una vieja urdimbre
de experiencias y desencantos
y yo estoy solo
sin la saloma de los compañeros de viaje,
algunos sin retorno posible,
enredados en la lucha
por la supervivencia..
Soledad, brisa marina,
rumor de olas, arena, salitre,
azahar de los naranjos,
un posible entorno de creatividad
para despegar hacia el espacio salvador
del alma y la palabra.

lunes, 16 de mayo de 2011
El Viento.
es un jirón perdido de tramontanas y mistrales,
conquistador de maestrazgos,
portador de las voces del norte.
Lo recibo de frente, junto a una ermita blanca
construida en lo alto de la montaña
como vigía de sarracenos.
Viene rizando el mar, alborotando las nubes,
me empuja, me envuelve, me acaricia,
me inunda de azahares y salitres
y me habla de antiguas historias,
negro rejón de la memoria,
durante su tránsito inevitable hacia la lejanía.
Deseo entonces que mi palabra se funda con él
acompañándole en su viaje sin retorno,
esparciéndose sobre las playas y las rocas,
sobre la tierra roja, sobre los naranjos verdes,
sobre los almendros, sobre las casas blancas,
sobre los pinos, sobre los hombres de la plana.
Quiero gritar con el viento,
sobrevolar las cosas, perfilar horizontes
con este viento nuevo y esperanzador.
Las nubes verticales y grises
descienden por el tobogán del viento
y huyen hacia el sur.
Los rayos del sol alumbran ahora la plana,
verdean los naranjales,
se abre tímidamente la flor del almendro
y el mar se funde linealmente con el horizonte.
Ya sólo queda del viento el frescor de su abrazo
y la memoria de nuestro primer reencuentro.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Reencuentro en Alcocéver.
Reencuentro en Alcocéver.
girando tus alas como una libélula,
despidiendo chorros de colores enredados
en transparentes muselinas de alas plateadas,
y seguí deslumbrado el camino que,
atravesando las llagas de la plana,
conduce hacia tu centro inevitable,
hacia tu remolino de olas y de gaviotas.
¿Pudieron ser los azules, los blancos,
el rumor de las olas, la templanza del aire,
la algarabía de los pájaros,
el silencio de los almendros, el olor del azahar,
la inmanencia de tus naranjos?
Mis ojos siguieron la ruta encendida
e ilusionada hacia tu imagen,
en una mañana de cálidos reflejos
esparcidos por los montes,
por un aire lleno de semillas de oro,
de trémulos y errantes molinillos blancos,
intentando descifrar tu esencia
a través de los sonidos, de los colores,
de las distancias, hasta llegar a ti
en una transición anhelada y resuelta
y contemplar otra vez la espuma de tus olas.
¿Podré ver el mar, sin cegarme el centelleo
de las crestas plateadas de las rompientes,
llegaré a traspasar estas colinas eternas
que alargan el camino y encontrarme
cerca de la veladura azul que te bordea
y que se extiende hacia el horizonte,
como una llanura ilimitada que no desborda
ni rebasa los márgenes, pero se alza
como una pared en la lejana perspectiva?
¿Me verá a mí el mar?
de la sorpresa, del encuentro inevitable
tantas veces intuido?
en mis ojos abiertos
y mis párpados son brasas
enrojecidas por el esplendor del sol.
Las heridas de la espera se cierran
con la sutura del encuentro,
y ya sólo queda el parpadeo del horizonte,
la palpitación acelerada,
el desconcierto de los sentidos,
el olor especial a salitre
que empapa mi cuerpo cansado
y que me envuelve y acaricia en suaves oleadas.
Plenitud, transitoria eternidad
de las formas y de las sensaciones
que en un momento superan
la capacidad del alma.
El tiempo ya no existe y se disipan
las alas plateadas y los colores
que a borbollones huyen de la plana.
Todo es quietud ahora, expectante reposo,
anticipación de nuestro inminente
y sustancial reencuentro.
sábado, 7 de mayo de 2011
Lacrimosa del Réquiem de Mozart.
lunes, 2 de mayo de 2011
Recuerdo de Andrés González Deniz.
Tuvo que venir desde una isla lejana,
domingo, 1 de mayo de 2011
Sonetillo.
Para hacer honor a la distinción que me hicieron mis amigos argentinos y para cumplir con mi intención de alegrar un poco más la vida, sin acritud, publico hoy este sonetillo a un, por supuesto, imaginario personajillo:
lunes, 25 de abril de 2011
Mi barca.
martes, 19 de abril de 2011
Seis sonetos dedicados a animales.
A un cangrejo de mar.
De tu escondrijo entre las rocas sales
acorazado, pinza enarbolada,
húmedo el cuerpo, presto a la escapada,
maestro de las fugas laterales.
Mentado entre los signos zodiacales,
la realidad de cáncer proyectada,
con los astros tu imagen aplastada
vaga por los espacios siderales.
Ermitaño de las aguas oscuras,
viejo "okupa" de las conchas vacías,
escurridizo huidor polivalente,
osado transeúnte de angosturas,
has venido a nacer en mis poesías
y serás su habitante permanente.
A un cuervo.
Negra el ala y negra la cabeza,
tenebrosa figura de espantajo,
horroroso fantoche es este grajo
carroñero de la naturaleza.
Se mueve por el aire con presteza,
grazna, no canta, viste oscuro andrajo,
pica mierda como el escarabajo
y sube a los frutales con torpeza.
Satinado plumón, viejo demonche,
de inteligente y diabólica esencia,
nacarada negrura y desparpajo,
no hay vástago pequeño que no tronche;
por eso quiero, como referencia,
mandarle con mis versos al carajo.
A un gato.
Marramiau se despierta, sacude la pereza,
elonga con extremo sus patas, lametazos,
bostezos, y saltando veloz de entre mis brazos
se dirige a la cocina alzando la cabeza.
Alabea el lomo y, en puntillas, se endereza,
olisquea platos, tazas, pucheros y cazos,
maúlla, malla, miaña y con sus arañazos
descubre la anhelada pitanza con presteza.
La mira, la olfatea, degusta la comida,
se traslada despacio y sin pausas a la sombra,
ronroneando para finalizar la fiesta,
lame y relame la leche en el tazón servida,
se tumba cuan largo es sobre la espesa alfombra
y da por comenzada su bien ganada siesta.
A una gaviota.
Leve temblor de tocas en la altura,
¿paloma, nube, ángel mensajero?
sobre el azul dibuja su figura
un rápido y alado marinero.
Tiene en su largo pico la armadura
de un combatiente ulano caballero
y lleva entre sus alas la frescura
de la brisa del mar y del romero.
Cruza la playa en vuelo temerario,
pasado el pueblo, traspasado el monte,
y siguiendo una línea bien trazada,
con la beligerancia de un corsario.
desaparece por el horizonte
en transustanciación acelerada.
A un petirrojo.
Acampas con tu pecho almidonado,
que por prieto y garboso pareciera
una roja chaquetilla torera
sobre mi plinto verde ajardinado.
Pareces un maestro apresurado
que en su salida al ruedo dirigiera
el paseíllo corto hasta la vera
de las migas de pan que he derramado.
El agua de la lluvia es ambrosia
que beberás de nuevo en primavera
para aliviar tu sed en el estiaje,
y escucharás la voz de mi poesía
luciendo una vez más en la pechera
colorín colorado, tu plumaje.
A una rana.
Tus ojos esféricos me examinan,
pegas el salto y clavas la estocada
sobre el agua verdín empantanada
que miasmas y bacterias contaminan.
Brinco a brinco tus ancas te encaminan
hacia una zona más oxigenada,
tu verde piel de terciopelo nada
sobre los nuevos juncos que germinan.
De la orilla perenne centinela,
gran señora de charcas y de presas,
con tu voz de contralto y plena audiencia,
¿permites que me acerque con cautela
para escuchar que croas y que expresas
la musicalidad de tu existencia?
martes, 12 de abril de 2011
De mi gente.
De mi gente.
Mis paisanos tienen la misma naturaleza de mi tierra,
son jóvenes sarmientos, flexibles
y enraizados en el mismo tronco que yo,
nacieron del mismo barro, entre chumberas y cardos,
se abrieron paso entre piedras y alcaparras,
bebieron la misma agua, la savia de mis ancestros,
y se convirtieron en yemas latentes,
vitales, fulgentes, siempre mirando al cielo,
como las uvas de mi tierra, duras por fuera y dulces por dentro.
Por sus venas fluye la savia cítrica de los limoneros,
de su piel emanan aromas de azahar
y su vida ha florecido entre almendros y olivos.
De ellos he recibido el temple, mi memoria,
y algunas cosas más.
En ellos he recobrado mi historia y en ellos devendrá mi porvenir.
Por ellos he vuelto a mi casa de piedra, a mi balcón,
y me siento en el poyo de la puerta, junto a los mulos en el abrevadero,
a recordar las canciones de mi infancia,
a reinventar mis amores de niño, a soñar con el rostro de mis padres,
mientras tiembla mi cuerpo y templo las velas de mi espíritu,
hasta precisar que todo lo he recibido de ellos.
jueves, 7 de abril de 2011
Reencuentro en la ciudad.
entre la combustión de los motores,
el chirrido de frenos, los olores,
las luces, la multitud apretada.
Gracias por tu inadvertida llegada
entre paseos, árboles y flores,
ruidos, coches y anuncios de colores
que trazan el perfil de la calzada.
Te percibo, te intuyo, te presiento,
y te reclamo en mí, en plena esencia,
débil palpitación, temblor de vida,
inusitada luz del pensamiento,
inicial percepción de la conciencia
por levedad del alma oscurecida.
He vuelto a la ciudad, después de dos meses de reflexión personal. Por eso este soneto, para recordar que todavía queda dentro de mí la esperanza.
lunes, 4 de abril de 2011
A JOSE ZUÑIGA.
martes, 15 de febrero de 2011
Agradecimiento.
![]() |
Chiste publicado por ABC el día 11-2-2011 |
Gracias, enormes gracias a todos los que os habéis preocupado por mi vida. Estoy bien y de vuelta a mi casa, sabiendo que estoy rodeado de grandes poetas y mejores personas.
El doctor Domínguez., mi cirujano, en plena operación me explicó que había encontrado un gravísimo problema en la coronaria y que necesitaba mi autorización para tratar de solucionarlo. Le pregunté: ¿voy a morir?. Me contestó, si no opero, probablemente sí. Pues adelante doctor, le pedí. Y cumplió a la perfección su trabajo. Desde aquí le doy mis gracias más profundas.
Mi mujer, mis hijos, mis hermanos y amigos me habéis hecho creer una vez más en el amor y en la generosidad y doy gracias al Ser Supremo por estar cerca de todos vosotros un poco más de tiempo.
viernes, 11 de febrero de 2011
Esperanza de ser.
revelado en mi etapa adolescente
una implosión repentina de mi mente,
un misterio especial como ninguno.
Nudo de oscuridad que yo desuno,
luz de mi juventud incandescente,
hálito de eterna paz en mi inconsciente,
reflejo de mi yo, pan de mi ayuno.
¿Irá mi “ser viviente” hacia su esencia,
habitará mi carne desolada
transformando en amor mi vida entera?.
Vivir quiero sentirle en mi conciencia
abriendo con el temple de su espada
la corteza del alma que le espera.
viernes, 4 de febrero de 2011
Soneto a la Venus de Milo.
Tu cuerpo, qué emoción, qué cercanía,
el canon florentino, tu relieve,
esas formas labradas en la nieve,
esa ternura inmóvil, toda mía.
Eres pura materia hecha poesía,
una visión proporcionada y breve,
una escultura humana que se mueve
aunque inmóvil esté, callada o fría.
¿Por qué te llaman Venus, es que fuiste
la elegida de los dioses? Tu figura,
¿es de mármol o es carne de tu ser?
En apenas un sueño conseguiste
una belleza universal y pura,
en un perfecto cuerpo de mujer.
lunes, 31 de enero de 2011
No sé si soy.
No sé si soy, o sólo que estoy siendo,
si tengo haber, o sólo tengo nada,
si mi sustancia ha sido programada,
o sólo existe lo que estoy sintiendo.
No sé si lo que pienso va siguiendo
una ecuación resuelta y bien trazada,
si es improvisación desenfocada,
o un misterio que acabaré entendiendo.
No sé si soy la parte o soy el todo,
si lo demás existe o es un sueño,
si soy sustancia o polvo amontonado,
no creo que en mi vida exista un modo
de poder ser mi esclavo o ser mi dueño
si estoy por mis sentidos dominado.
lunes, 10 de enero de 2011
Sabor a miel.
Recipientes de cristal,
un vidrio limpio sin rótulos,
una dulzura especial,
ánforas,
miel de romero, miel pura,
azúcar elaborada de nectarios
y un aroma antiguo
y amado.
sábado, 8 de enero de 2011
Regalo de un Rey Mago.
Desde mi blog quiero agradecer al Rey Mago Emilio Porta el regalo que me ha dejado en la chimenea. Un expresivo esbozo de su opinión sobre mi serie "Relatos del Guadarrama". Vale tanto su escrito como el detalle de haberme dado esta agradabilísima sorpresa.
CRITICA LITERARIA DE
RELATOS DEL GUADARRAMA.
Cada día que pasa encuentro más razones para amar la unión de todo lo que existe bajo y sobre el sol. En Literatura, esta unión, la hace el lenguaje escrito a través de sus significados. Y parece que la delimita la forma. Siempre ha sido así, a través de los siglos: división de los géneros. Y, sin embargo, esa división no ha estado siempre clara y ahora menos que nunca. Poesía, relato, crónica…de todo hay en obras que enmarcan la Historia literaria. Todo ello se ve, por ejemplo, en el Cantar de Mio Cid. Y también se ve en muchas otras obras. Desde Cervantes a Raimon Llull, de Tolstoi a Carpentier, de Camoens a Lampedusa…
No es la extensión de Relatos del Guadarrama, de Fernando Jiménez-Ontiveros lo que me hace pensar en esta idea de fusión entre géneros, sino el planteamiento, desarrollo y forma de esta obra.
Porque siendo una narración, es, al mismo tiempo, reflexión y ensayo, meditación y poesía. Relatos del Guadarrama tiene, además, un elemento autobiográfico ( aunque el autor se disfrace de Gabriel y quiero pensar que de algún amigo más) y también es un homenaje a un paisaje vivido interiormente, asumido, que forma parte de la identidad de Fernando.
Hay en Relatos del Guadarrama un reguero de sensibilidad que abre cauce, a su vez, en la sensibilidad del lector. Anda el autor, y caminamos, con él, nosotros, por senderos y lugares reales, por caminos de piedra y arboleda, de roquedal y flora única en su género. El Parque Natural de la Sierra del Guadarrama es lo que dice Gabriel en un poema relativo a sus paseos: “Mi tierra, tan pegada a mí por el viento y el agua que se ha convertido en mi propio barro, del color de mi propia carne. Si tengo ocasión, enterraré en ella mi corazón y lo repartiré para que se disuelva en pedazos, unos en esta mi tierra, otros en mi historia, el resto diseminados en la vida de los demás”
Estas palabras son el mejor reflejo de lo que el autor siente por su casa exterior, su casa infinita de aire, cielo, tierra y agua, que es el Guadarrama y sus parajes. Después de ellas es muy difícil dibujar de un mejor modo las sensaciones que el lector tiene al adentrarse, a través de las letras, en los relatos de Fernando Jiménez-Ontiveros.
Él, el escritor, el hombre, se incrusta en el panorama que se ofrece a sus ojos y le añade el toque de humanidad de sus gentes. Un toque costumbrista que dota de alma a sus paseos. El mismo dice:
“Cuando escribo me olvido de la categoría y busco casi siempre lo sencillo y humano. No siempre lo consigo pero intento la armonía entre lo que persigo y lo que viene a trasmano, huyendo a ser posible de la sensiblería” Sí, no hay sensiblería en nada de lo escrito. Sólo percepción sensible y retrato, por un lado, de lo concreto y tangible, lo que se ofrece a su vista y a su tacto. Y por otro, lo que se sumerge en el espíritu, porque es la propia energía de una tierra alimentada por el amor que la profesa la que nos envuelve en la lectura.
Hay algo de religiosidad terrenal en todo lo que el autor nos cuenta. Porque el escritor, aunque habitante de la incertidumbre como todo ser humano inteligente, desea aferrarse a la esperanza en la espera. Desea que la vida no se acabe en la visión y en la memoria transcurrida mientras somos capaces de caminar.
Sin embargo, es consciente de la eternidad y la belleza del instante y por eso lo recoge en su escritura. Porque ahí permanecerá mas allá de todas sus dudas, más allá de la falta de claridad en las respuestas.
Y en ese caminar mientras escribe todavía, el autor quiere detenerse – y lo hace – yendo despacio, a respirar el aire de la vida, la vida natural, que conoce y comparte con nosotros a través de su Literatura.
“ Porque los que vienen de la ciudad beben el vaso de un trago, como si tuvieran algo urgente que hacer. Nosotros, los de pueblo, bebemos sin prisa y saboreamos lo que hacemos. Esa es la diferencia”
Sí, esa es la diferencia. El saber que el tiempo no es nuestro dueño. Conocer cual es el valor de las horas pasadas en silencio. Hay una preciosa historia con un jardinero, el jardinero secreto del Paular, un monasterio que podría ser paradigma de otro monasterio creado por mi en mis escritos – perdón por esta referencia autoliteraria – el monasterio de Orzeán. Ese espacio de piedra entre la piedra que es El Paular, lugar de recogimiento y encuentro, lugar de mirada al pasado y al futuro desde el presente continuo de la existencia. Ese lugar donde las palabras son sólo música del pensamiento y lo cotidiano adquiere el valor de lo infinito.
Todo esto es Relatos del Guadarrama para mí. Y lo reflejo en esta reseña de una obra escrita con amor y con oficio, una obra que va más allá de la técnica literaria, con ser mucha, de Fernando Jiménez-Ontiveros. Porque yo lo sé, y él lo sabe, los Relatos del Guadarrama son el corazón de su memoria.
Emilio Porta
miércoles, 5 de enero de 2011
Plegaria de Vísperas.
Plegaria de Vísperas.
Es ya muy tarde, casi anocheciendo,
tengo prisa, necesito tu ayuda,
en este atardecer de angustia y duda,
está mi hora final oscureciendo.
Se está apagando mi luz, no queriendo,
el alma me abandona y se desnuda,
tiene temor, y vive en plena duda,
y entrega lo que tiene, no teniendo.
A ti te cedo todo lo vivido,
tú que conoces mi gran aventura,
y, si tu amor sin límite me alcanza,
júzgame sólo por lo que yo he sido,
olvida mis accesos de locura
y fusiona tu amor con mi esperanza.
sábado, 1 de enero de 2011
Cante de mina.
Cante de mina.
El cante de mi tierra es hondo,
viene desde la mina y atraviesa
rocas, quebradas y chumberas
hasta llegar a mi piel tierna,
cada vez más sensible
sobrevolando huertas, regatos,
alcores y barrancos,
dejándome la huella de su quejido,
ahondando en las heridas
que el tiempo y la distancia
han ido abriendo,
sangrando zumo de limones antiguos,
que brota de mis venas,
que viene del silencio de siempre.
Ese cante hondo
que sale de la profundidad
de mis ancestros, del vaho de mi tierra
que me empapa de sonidos y recuerdos,
que evoca momentos vitales, silencios,
tiempos perdidos, ahora recobrados,
ahora evocados por esos quejidos
que llegan desde la mina.
El cante de mi tierra es profundo,
implacable, letal,
porque habla del tiempo que no pude vivir
en mi tierra, con los míos,
de los amores que pude tener y nunca tuve.
En mi nombre se queja,
y en mi alma se refugia,
con el tono de la taranta,
fa sostenido menor,
rompedor de lejanías que canta y vuelve a cantar,
que no llora porque es hondo,
que sufre porque conoce
la razón de la distancia, la levedad de mi espíritu,
que llega hasta mí por encima de las casas blancas,
y las tapias de adobe, porque sabe que mi alma
no es de alcorza sino de barro.
El cante de mi tierra es cada vez más profundo,
ahonda cada vez más mi tristeza,
ya no hay acordes, sólo quejidos,
cantos desesperados
que vienen desde la abisal distancia
de una vida nacida entonces
y otra que se extingue ahora.
domingo, 19 de diciembre de 2010
FELIZ NAVIDAD.

Querid@s poetas: Nuestro padrino de boda, el poeta Gerardo Diego, nos envió a Peque y a mí la felicitación de la Navidad 1977 con el poema que transcribo a continuación. A tod@s os deseamos que estas navidades os acompañe el Niño Dios.
¿De dónde le viene la luz
a la luz de la nieve?
Está el Niño rompiendo su capullo
y ya se le ve la sonrisa.
Ay, que no puedo,
que nos arde y deslumbra
esa luz que nos ciega y enamora.
Déjame cerrar los ojos ahora.
Ay, que a mis párpados llama
esa luz que nos besa y nos quiere,
esta luz que sonríe y no llora.
Déjame abrir los ojos ahora.
martes, 14 de diciembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Densidades.

Densidades.
Hoy pulvericé un terrón de tierra lentamente,
y la blanda arena se deshizo entre mis dedos,
transmitiéndome efluvios de siglos y milenios,
percibiendo vestigios de creación de mi vida
en el montón de tierra disuelto entre mis manos.
En ese polvo cósmico estaba mi retrato,
mi figura, mi frente, mis ojos, mi cabeza,
diseñado claramente y ahora reencontrado
en esos polvorientos terrones de mi tierra,
emblemáticos de un mundo que ha sido compactado
por las fuerzas ignotas de la naturaleza.
Estaba plenamente impregnada mi sustancia,
disuelta entre mis dedos, y no supe qué hacer,
me emocionó distinguir mi cara en el retrato,
besé la arena, lloré con ansia y desconsuelo,
apretándola estremecidamente entre mis manos,
me tumbé de espaldas con los brazos extendidos,
con los ojos abiertos y ofrecí mi persona
al misterio de la conjunción universal,
De modo que era verdad, que estoy hecho de tierra,
y he sido concebido por el fuego y el agua,
dibujado por espasmos telúricos y sismos,
moldeado en la arena, formada mi sustancia
con tierra de otros cuerpos amados y vividos
en la plenitud de su existencia temporal,
¿soy un montón de tierra convertido en arena,
un reflejo fugaz de la luz universal?
no sé entonces por qué estoy subiendo al suburbano
para ver a toda prisa la Quinta Avenida
y admirar el Art Decó ¿puede que tal distancia
aleje tanto a la realidad de mi sustancia?
el ruido de los trenes, los frenos chirriantes,
esa chica que me mira pero no me ve,
¿seré tan viejo ahora como cuando nací?
¿ está mi retrato en la arena desdibujado?
Ya no recuerdo mis rasgos, puede que no existan,
borrados por el aire, por el agua y el fuego,
elementos puros que a todos nos han creado
y que la modernidad, de pronto, ha destruido,
recuperar la arena blanda para esculpirla,
y rehacer mi frente, mi cabeza, mi figura,
es un imperativo, es algo imprescindible
para ser yo el mismo y no traicionar al mundo
de esos antepasados que han creado mi esencia,
y que hoy día se encuentran perdidos y olvidados
en este mundo del Art Decó tan modernista,
en esta revolución de principios e ideas,
en este maremágnum de modernas tendencias,
oscuro amasijo de espurios amores nuevos,
alejados de la densidad de mi sustancia.
Mi vida parece que ha cambiado en este entorno,
mi retrato se ha perdido y no quiere aparecer,
será cuestión de buscarlo y tenerlo presente,
no me importa recibir lo nuevo, lo moderno,
si se suma a mi esencia nacida y conformada
por los genes seculares de antiguos ancestros,
partir de lo viejo para hallar en lo moderno
las nuevas fórmulas, las palabras generosas
que actualicen mi manera de pensar y amar,
para que esa chica del suburbano me vea
cuando me mire, y nos sintamos tan unidos
que la distancia y la realidad se confundan.
¿sonrió levemente? no sé, quizás pensara
que yo existía y nos habíamos amado
en algún momento evolutivo de nuestro ser,
la memoria y el amor a veces se confunden
cuando tenemos necesidad de ser amados
y un suburbano puede servirnos como causa
de una conexión inocente y desesperada,.
Bella entre las bellas nació esa mujer amada,
tan lejos pero siempre recordando su esencia,
una ligera mirada sin ninguna causa,
un seísmo nuevo removiendo mis entrañas
sumándose a mis viejos y siderales sueños.
Y tú, ¿quién eres, ese retrato, blanda arena,
por qué sumidero ha desaparecido entonces?
los viejos tics ya han sido ahora reemplazados
por la falta de sustancia de esta algarabía
y te encuentras desvalido frente al nuevo mundo
que, en torno a ti, te envuelve y después de fascinarte
te sumerge en el ruido, absorbe tu palabra,
y ni pensar te deja en la historia de tus sueños,
pronuncias amor, esperanza, vida, e intentas
diseñar de nuevo la figura que perdiste,
al percibir la huella de una extraña mirada,
pero quedas en silencio al abrirse las puertas
y encontrarte vacío, sin ella en la parada.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Los encinares.

como las de una encina,
con cimientos de lentos latidos,
mi esencia es como la suya,
densa por dentro, fibrosa por fuera,
y no se puede abrir con hacha o destral
sino con la palabra.
Las lágrimas de la encina son verdes y eternas,
y nacen de una madera fuerte y leñosa,
las mías son prontas y fáciles,
resultantes de una débil sustancia
y permanecen en el silencio,
sin que nadie las comprenda
ni persona alguna las recoja,
por lo que no servirán para nada mis raíces,
mi fibra se perderá en el suelo
y mi palabra desaparecerá
en la inmensidad del espacio y del tiempo.
Por eso, cuando me adentro en los encinares,
escondo tras ellos mis latidos
y me disuelvo entre sus lágrimas verdes,
en el silencio, a distancia,
creyendo que seré eterno, como ellos,
sin que arda con la llama del fuego ni el destral
me derribe, reservando mis palabras
verdes y eternas, en un estadio total de plenitud.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
De la tierra.
La tierra de la que vengo es dura, pero fértil,
tiene brazos y muslos de agua cuando llueve,
si la piso me duelen las entrañas
y no duermo hasta hacerme perdonar.
Esa es mi tierra, ya lejana,
tan pegada a mí por el viento y el agua
que se convierte en mi propio barro,
del color de mi propia carne.
Se seca con el tiempo,
me aprisiona y me hace daño, y me grita
y me envuelve en su aroma,
tan lejano y ácido como un limón naranjero,
de un sur que fue en mi tiempo
enraizado en mi espina dorsal
diluyendo su ácido en mi sangre.
Siento que mi memoria se hunde
en ese barrizal y no puedo recordar
sólo intuir, quizás imaginar,
ya no hay restos,
sólo espinas de chumberas en el recuerdo.
Si tengo ocasión, enterraré en ella mi corazón
y lo repartiré para que se disuelva en pedazos,
unos en mi tierra, otros en mi historia,
el resto diseminados en la vida de los demás.
Porque no hay historia, sólo tierra,
amasijo oscuro de amores espurios.
El altar parroquial está abierto,
vinos de uva clara, oráculos rituales,
abrazos, genuflexiones,
la razón sórdida en el eco de las piedras,
de los cardos, de las sementeras
de odios y pasiones, de verdades antiguas.
Este joven que declina el saludo ¿eres tú?
No hay edades, sólo murciélagos
abriendo el atardecer sobre la tapia del cementerio
que no era para ti.
Ese pater, vestido de sotana negra ¿eres tú?
No hay razones, sólo fantasmas disueltos
en la neblina de tu historia,
que te han contado pero que no has vivido,
ahora enterrada en ese cementerio que no era para ti.
Hay casas blancas de balcones cerrados,
ecos moriscos que resuenan en las tapias,
alcaparras en los arcenes, cardos en las laderas.
sequedad en el abrevadero de la plaza,
absoluto silencio que te asfixia y anula,
y no recuerdas nada, porque ya es tarde
para recomponer las grietas que sirven para avistar tu historia,
porque no está contada, sino enterrada en ese cementerio
que no era para ti.
¿Quién me robó la historia,
dónde están los amigos que tenía que haber conocido,
las niñas de trenzas morenas que tenía que haber amado,
las canciones del hogar que nunca habría olvidado?
Sólo puedo sumar silencios y sentir angustia,
porque la vida que te han contado, mi vida,
no se puede sustanciar en esta tierra,
que el viento, el agua y el tiempo han convertido en barro.